lunes, 9 de marzo de 2015

El Gobernador Duarte ante el Nuevo Entorno Político en el que se mueve el PRI

por: Carlos Angulo

No cabe duda que el país ha cambiado mucho desde que el PRI gobernaba desde los Pinos en el Siglo XX. En efecto, ahora tenemos democracia electoral, tenemos redes sociales en donde se generan opiniones constantes e información al instante, a través de imágenes fotográficas y videos, prácticamente en tiempo real. Ahora vivimos en un mundo interconectado e interdependiente en su economía y en muchos aspectos políticos, como los derechos humanos, que han generado constantes intervenciones de organismos internacionales, de grupos organizados de la sociedad civil y activistas decididos a realizar acciones contundentes en múltiples acontecimientos. También tenemos una clase media enorme, en comparación de la que existía en la época del Presidente Zedillo, y por ende, una sociedad más informada y consciente de lo que pasa en el país.

Éste entorno definitivamente no es propicio para que un gobierno regrese a las prácticas del Siglo XX cuando el autoritarismo imperaba, aunque estas prácticas no han cesado de existir en los gobiernos estatales y municipales gobernados por el PRI, en el entorno nacional, con el regreso del PRI a los Pinos, la situación cambia drásticamente. ¿Cuál es la razón de ello? Mi interpretación es que en este ámbito la lupa internacional y nacional no permite que eso suceda.

En el entorno nacional y en el chihuahuense tenemos quizá una posible confluencia: la Casa Blanca de Peña y el Banco de Duarte, ante la entrada a la discusión nacional de algo que aunque no sea del Pacto por México, en esencia es como si lo fuera. Me refiero al Plan Nacional Anticorrupción.

En ese entorno, el Presidente se ha tenido que enfrentar al escándalo internacional de estar personalmente involucrado con una de las compañías que más obra pública hizo en el Estado de México y de las principales involucradas con el tren rápido México-Querétaro, y que participó en la construcción de la famosa Casa Blanca que nominalmente se atribuye a la esposa del Presidente, Angélica Rivera.

Y prácticamente, al mismo tiempo, sale a la luz pública el famoso banco capitalizado por el Gobernador Duarte, que es uno de los agraciados con los depósitos del Estado de Chihuahua. Normalmente, como en efecto sucedió, este acontecimiento no hubiera llamado tanto la atención (como en efecto sucedió cuando este autor, junto con la diputada Reza, interpusimos denuncia penal en la PGR por sospechas de peculado atribuido al Gobernador Duarte, por no dar cuenta de casi 14,000 millones de pesos en dineros de la deuda del Estado de Chihuahua, que no se sabe en qué se utilizaron), si no fuera por la coincidencia cronológica con los descubrimientos de la Casa Blanca.


Ante esta situación, nos encontramos en la encrucijada del sistema: o Peña Nieto le entra de frente al Sistema Nacional Anticorrupción, haciendo acciones personales contundentes (como regresar la Casa Blanca), y persiguiendo acciones locales pero descaradas, como la del Gobernador Duarte y “su banquito”, para dar un ejemplo nacional de que las cosas van a cambiar, o el deterioro de la imagen del Presidente y de las instituciones continuará hasta llevarnos a una ingobernabilidad que nos puede conducir a una tragedia nacional.

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