por:
Carlos Angulo
No
cabe duda que el país ha cambiado mucho desde que el PRI gobernaba desde los
Pinos en el Siglo XX. En efecto, ahora tenemos democracia electoral, tenemos
redes sociales en donde se generan opiniones constantes e información al
instante, a través de imágenes fotográficas y videos, prácticamente en tiempo
real. Ahora vivimos en un mundo interconectado e interdependiente en su
economía y en muchos aspectos políticos, como los derechos humanos, que han
generado constantes intervenciones de organismos internacionales, de grupos
organizados de la sociedad civil y activistas decididos a realizar acciones
contundentes en múltiples acontecimientos. También tenemos una clase media
enorme, en comparación de la que existía en la época del Presidente Zedillo, y
por ende, una sociedad más informada y consciente de lo que pasa en el país.
Éste
entorno definitivamente no es propicio para que un gobierno regrese a las
prácticas del Siglo XX cuando el autoritarismo imperaba, aunque estas prácticas
no han cesado de existir en los gobiernos estatales y municipales gobernados
por el PRI, en el entorno nacional, con el regreso del PRI a los Pinos, la
situación cambia drásticamente. ¿Cuál es la razón de ello? Mi interpretación es
que en este ámbito la lupa internacional y nacional no permite que eso suceda.
En
el entorno nacional y en el chihuahuense tenemos quizá una posible confluencia:
la Casa Blanca de Peña y el Banco de Duarte, ante la entrada a la discusión
nacional de algo que aunque no sea del Pacto por México, en esencia es como si
lo fuera. Me refiero al Plan Nacional Anticorrupción.
En
ese entorno, el Presidente se ha tenido que enfrentar al escándalo
internacional de estar personalmente involucrado con una de las compañías que
más obra pública hizo en el Estado de México y de las principales involucradas
con el tren rápido México-Querétaro, y que participó en la construcción de la
famosa Casa Blanca que nominalmente se atribuye a la esposa del Presidente,
Angélica Rivera.
Y
prácticamente, al mismo tiempo, sale a la luz pública el famoso banco
capitalizado por el Gobernador Duarte, que es uno de los agraciados con los depósitos
del Estado de Chihuahua. Normalmente, como en efecto sucedió, este
acontecimiento no hubiera llamado tanto la atención (como en efecto sucedió
cuando este autor, junto con la diputada Reza, interpusimos denuncia penal en
la PGR por sospechas de peculado atribuido al Gobernador Duarte, por no dar
cuenta de casi 14,000 millones de pesos en dineros de la deuda del Estado de
Chihuahua, que no se sabe en qué se utilizaron), si no fuera por la
coincidencia cronológica con los descubrimientos de la Casa Blanca.
Ante
esta situación, nos encontramos en la encrucijada del sistema: o Peña Nieto le
entra de frente al Sistema Nacional Anticorrupción, haciendo acciones
personales contundentes (como regresar la Casa Blanca), y persiguiendo acciones
locales pero descaradas, como la del Gobernador Duarte y “su banquito”, para
dar un ejemplo nacional de que las cosas van a cambiar, o el deterioro de la
imagen del Presidente y de las instituciones continuará hasta llevarnos a una
ingobernabilidad que nos puede conducir a una tragedia nacional.
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