por:
Carlos Angulo
El
Presidente Peña Nieto tiene en el 2015 su última oportunidad de rectificar sus
acciones para poder ganar la credibilidad perdida. Cuando empezó su mandato
realmente había en la población una esperanza que volverían al poder los que
"sí sabían gobernar". Pero oh sorpresa, se encontraron con la triste
realidad de que los priístas no aprendieron a manejar un país muy distinto al
que existía cuando dejaron el poder. El gobierno de Peña se topó con un mundo
en donde no se pueden esconder las cosas, un mundo globalizado, en donde la
interdependencia internacional es una realidad cotidiana, en donde hay reglas
del juego que se deben guardar y respetar, y si no se hace, hay consecuencias
inmediatas. Un mundo en donde esta interdependencia se refleja en lo económico
de una manera feroz. Si no se cumple con los parámetros esenciales de orden,
las calificadoras internacionales pueden juzgar a un país para que su deuda
quede mal calificada y automáticamente aumente el costo de contraer nueva deuda
con altas tasas de interés.
México
cuenta ahora con una gran clase media y con estudiantes universitarios
comunicados en tiempo real y con un conocimiento del mundo que los de mi
generación no contábamos con la rapidez y eficiencia que ellos tienen. En donde
se pueden organizar con relativa facilidad movilizaciones sociales, que antes
era impensable realizar en tiempos tan cortos, y con logística tan sofisticada.
Ahora vivimos en un país en donde el control de los medios ya no es tan
eficiente como el existente en el siglo pasado, primero porque ya no se pueden
controlar en su totalidad, y segundo porque su control y sometimiento hace que
corran el riesgo del repudio social que puede hacer que rápidamente
desaparezcan.
Con
sus políticas de no hacer acciones contundentes para combatir al crimen
organizado, al no hablar de la violencia y sacar al ejército de las calles, la
administración de Peña logró que vastas zonas del país fueran controladas a
base de terrorismo y sangre, extorsiones y secuestros y que gobiernos
municipales y estatales se confundieran con el mismo crimen organizado.
Con
su reforma fiscal, Peña y Videgaray han postrado a la economía nacional, al
grado de que ya hay repercusiones internacionales generadas por las casas
calificadoras, viéndose obligado el Presidente a acudir a los Estados Unidos,
no sabemos si a pedir ayuda o a rendir cuentas.
Sin
embargo, creemos que aún es tiempo que el régimen rectifique, y que de una
clara muestra de querer corregir el camino. Pero para ello, serán necesarias
acciones contundentes, como cambios drásticos en el Gabinete, para corregir el
entorno económico, la corrupción y la conducción política y de seguridad. El
Presidente Peña tendrá que impulsar el Sistema Nacional Anticorrupción
promovido por el Partido Acción Nacional, mejorando aún la propuesta para dar
muestras de seriedad y no haciendo cambios para disminuir su contundencia, como
lo hizo su consejería jurídica. El Presidente tendrá que entrarle al toro por
los cuernos en el combate al crimen organizado, desplegando la fuerza del
Estado a las zonas del país literalmente tomadas por los delincuentes. Tendrá
que aplicar bastos recursos públicos para fortalecer al sistema judicial
federal y al de los Estados y el del Distrito Federal; deberá fortalecer a las
fuerzas del orden aplicando recursos públicos para otorgar buenos sueldos y
prestaciones a todas las policías, en lugar de andar regalando televisiones y
repartiendo limosnas indignas por todo el país que no resuelven nada y sí crean
clientelas electorales.
Ahora
es el momento de poner en práctica un sistema cabal de transparencia,
aprovechando el desarrollo tecnológico que permite poner en línea y en tiempo
real los proyectos de gobierno, su presupuesto, los procesos licitatorios, la
celebración de los contratos de proveeduría de bienes y servicios, poner
precios comparables para que quede claro que los contratos de gobierno tendrán
los mejores precios en el mercado y para evitar los nefastos moches. Generar y
promover la creación de observatorios ciudadanos y contralorías sociales.
Impulsar la creación de instituciones de vigilancia de los procesos de
transparencia y combate a la corrupción, con la mayor autonomía de la entidades
y oficinas de gobierno vigiladas. Y sobre todo, dar muestras de que la
corrupción tiene consecuencias persiguiendo a los servidores públicos
corruptos, como los gobernadores y alcaldes que han abusado de la autonomía que
ha generado una impunidad rampante.
Una
nación prospera si hay certeza y seguridad jurídica, que cuando la ley se
incumpla haya consecuencias, en donde las leyes sean claras y sencillas para su
cumplimiento y no impidan el desarrollo de las capacidades de los gobernados.
Leyes y políticas públicas que no manipulen electoralmente a la población, sino
que promuevan la creación de un entorno de orden y respeto de los derechos de
todos, que nos lleve a que los mexicanos tengamos las más amplias oportunidades
para desarrollarnos como seres humanos felices porque se nos den las condiciones
para el logro de nuestros anhelos en la vida.
Si
este régimen comprende que esto es lo que queremos los mexicanos, tendrá la
oportunidad de reivindicarse, de lo contrario esperemos que no nada más lo
juzgue la historia, sino que lo juzguemos los mexicanos negándole nuestro voto.
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